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Como te ven, te tratan

Escrito por Luis Perez | Nov 6, 2014 6:00:00 AM

Nuestra imagen personal es la carta de presentación ante el entorno en que nos desenvolvemos, por lo que impacta en todas las áreas de nuestra vida. Por ejemplo, para conseguir o mejorar empleo, para establecer relaciones sociales y amorosas; para el trato con clientes y proveedores e incluso, con los miembros de nuestra familia. Convirtiéndose así en elemento clave para el logro de objetivos tanto cotidianos como complejos.

¿Por qué sucede esto? La explicación se encuentra en el lenguaje corporal, ya que quienes cuidan su imagen se sienten y transmiten mayor seguridad y confianza en lo que hacen. Numerosos experimentos sociales lo han demostrado. Uno de ellos fue realizado en Estados Unidos y consistió en poner a prueba la reacción de los transeúntes en lugares públicos.

Se trataba de hombres que, por separado, caían al suelo al ir caminando por la calle; uno tenía aspecto indigente y el otro portaba vestimenta ejecutiva. ¿Debo decir a quién ayudaron a levantarse? La respuesta fue 1 vs 9 de 10 ejercicios; siendo la mayoría inclinada por el ejecutivo. Es nuestro sistema de juicios y valores que de manera consciente y/o inconsciente se activa para funcionar como filtro en el trato con los demás.

Dice la frase “la primera impresión jamás se olvida” y es verdad, el lapso de tiempo clave del primer encuentro con una persona dura menos de cinco minutos; esto quiere decir que el aspecto podría determinar el cierre o apertura de una oportunidad.

La buena imagen no es exclusiva de hombres y mujeres de especial atractivo o con fluidez económica. Todos poseemos más que sólo los atributos físicos, contamos con cualidades, habilidades y rasgos de personalidad a los que podemos sacar provecho.

Pero insisto, una mente prodigiosa con una apariencia descuidada o sucia no funciona; así como tampoco una apariencia impecable sin gracia ni personalidad destacada. La fórmula es encontrar un punto de equilibrio que además demuestre congruencia entre el lenguaje verbal (lo que decimos en forma oral y escrita) y el no verbal (lo que transmitimos con posturas, gestos, acciones).

Por: Jessica Juárez, Directora Académica de Psicología

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