La transición de la infancia a la vida adulta es un proceso complejo. Es importante que padres de familia y profesores sepan distinguir entre los cambios naturales que presentan los adolescentes y los preocupantes, por ejemplo la depresión.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que una de cada cinco personas en el mundo es adolescente. Esto quiere decir que, actualmente, una quinta parte de la población mundial está viviendo esta etapa, la cual puede iniciar entre los 10 y los 12 años de edad y suele finalizar a los 19.
Despedirse de la niñez para pasar a la edad adulta no es sencillo, implica pérdidas importantes y transformaciones en varios terrenos. La doctora Martha Hidalgo, docente de la UNITEC con 25 años de experiencia en consulta psicoterapéutica, asegura que: “En la adolescencia existe una sintomatología depresiva, causada por los cambios físicos, psicológicos y sociales que se experimentan”.
La especialista explica que este proceso se manifiesta en tres aspectos específicos y comparte sugerencias valiosas ‒que los psicólogos llaman factores de protección‒, que ayudan a prevenir el agravamiento de los síntomas “naturales”:
Es natural sentir dolor en alguna parte del cuerpo y malestar en general.
Conviene: una buena nutrición, ciclos de sueño para descansar, actividades para ejercitarse.
Es natural reaccionar de manera cambiante.
Conviene: aceptar los vaivenes en las relaciones con el adolescente y contenerlo.
Es natural tener momentos de aislamiento.
Conviene: fomentar actividades académicas y artísticas que reafirmen sus cualidades y le ayuden a descubrir sus habilidades; por ejemplo, en grupos deportivos, religiosos u organizaciones comunitarias.
“Los adolescentes experimentan un torbellino de emociones ante las pérdidas por el paso de un cuerpo infantil a uno de adulto, el cambio en la relación con sus papás que los empezarán a tratar como adultos y los ajustes en su rol social”, afirma la doctora Martha Hidalgo.
Síntomas depresivos que pueden presentar los adolescentes
Experimentar estas conductas de forma exagerada por periodos largos de tiempo es una señal de alerta que requiere atención profesional. |
Los estudios indican que uno de cada cinco jóvenes sufre depresión en algún momento de su adolescencia y la OMS define a la depresión como la primera causa de discapacidad laboral en el mundo.
La doctora Martha Hidalgo hace notar que: “un chico que tuvo una buena infancia tendrá una adolescencia más predecible, más leve”. Nuestra entrevistada ‒docente de licenciatura y maestría de la UNITEC, y quien cuenta con un doctorado en Psicoterapia‒, explica: “A veces los papás piensan que esta etapa es una locura y dicen que su hijo cambió mucho, pero no es así. Tal vez en su infancia hubo algunas señales de cuidado que los papás no detectaron y por eso en la adolescencia les sorprende tanto su comportamiento. Sin embargo, cuando se presentan cambios muy abruptos sí es recomendable acudir a una evaluación psicológica con un especialista”.
“Es importante recordar que en la adolescencia se consolida la identidad de las personas y es el tiempo justo de ayudar a los jóvenes a trabajar sus herramientas para afrontar la vida adulta. Por eso, cuando algún papá dice: ‘ya no hay nada que hacer con mi hijo, déjelo que aprenda con la vida’; yo suelo decir: ‘no, momento’. A veces lo que se desacomoda genera miedo, pero el desorden eventualmente producirá un ajuste y esa es la esperanza: que los adolescentes puedan estar mejor cada vez”, concluye la especialista.
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