Terminar la universidad y no saber en qué trabajar puede sentirse como un fracaso, pero no lo es. Para muchas personas, ese momento llega con una carga emocional que mezcla dudas, presión social y miedo al error. Pero también puede ser el inicio de un proceso más auténtico y personal: entender qué quieres construir para ti.
Para responder a estas inquietudes, hablamos con Ana Margarita Garza Cajiga, pedagoga, especialista en orientación vocacional y fundadora de Ana te orienta, un espacio digital donde acompaña a jóvenes a descubrir su talento personal y construir un camino profesional con sentido.
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Aunque muchos creen que elegir una carrera significa tener clara la vocación para toda la vida, Ana advierte que esto es un error común.
“La vocación no siempre se madura al elegir una carrera. Se cree que al entrar a la universidad ya sabes lo que quieres, pero no es así. Y ese proceso se abandona justo cuando más se necesita”.
Por eso no sorprende que, tras varios semestres o incluso al graduarse, muchos jóvenes se pregunten: ¿elegí bien?, ¿esto es lo que quiero?, ¿ahora qué hago?
De acuerdo con Ana, estas son algunas señales clave:
No sabes exactamente qué materias cursarás ni a qué te podrías dedicar.
Tienes motivos vagos o poco claros para estudiar la carrera que elegiste.
Te cuesta visualizar tus objetivos a corto, mediano o largo plazo.
No reconoces tus habilidades, intereses o valores personales.
Tu decisión depende demasiado de la opinión de otras personas.
“Los pasatiempos permiten explorar un universo de posibilidades que la escuela no siempre ofrece. Al no tener tantas reglas ni juicios, dan más libertad para conocerte y experimentar”.
Ana invita a observar estas actividades cotidianas como pistas de lo que te mueve de forma auténtica.
Ana propone dos estrategias claras para comenzar:
1. La cebollita del autoconocimiento: “Cada persona tiene capas. Hay que empezar por lo más visible: tus intereses, habilidades o valores. Desde ahí, vas hacia lo más profundo”.
2. Cuestiona y prueba: “Muchas veces descartamos opciones por prejuicios. Por eso es clave ampliar el universo de opciones, investigar y explorar sin juzgar”.
Más allá de la falta de información o de claridad, hay formas de pensar que pueden limitar tu camino sin que te des cuenta. Ana lo explica así:
“Muchos jóvenes creen que la vocación es algo que se encuentra una vez en la vida y que, si no aparece pronto, están fallando. Pero no es así: la vocación también se construye”.
Algunos de los errores más comunes que impiden tomar decisiones con libertad son:
Dar por hecho que la carrera define tu futuro para siempre.
Descartar opciones profesionales por estigmas sobre el dinero, la dificultad o la empleabilidad, sin investigar a fondo.
Creer que diseñar un proyecto de vida no es necesario, cuando en realidad puede dar claridad y propósito.
Pensar que ya no necesitas orientación solo porque ya entraste a la universidad.
Reconocer estas ideas limitantes es el primer paso para liberarte de ellas. Como recuerda Ana, lo más importante no es tener todas las respuestas hoy, sino estar dispuesto a hacerte nuevas preguntas.
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Equivocarte no te deja fuera del juego profesional. A veces, sentir que elegiste “mal” es la señal que necesitabas para pausar, mirar hacia adentro y reconectar con lo que realmente te importa.
“Eso que hoy ves como un error puede ser una gran oportunidad. Llegar hasta aquí ya demuestra que tienes capacidad. El título no es el final: es el punto de partida real del desarrollo profesional”, señala Ana Margarita Garza Cajiga.
Para ella, cambiar de carrera o de enfoque no es fracasar. Es tener el valor de hacer ajustes cuando algo ya no te representa: “Quienes cambian son valientes. Se permitieron conocerse en una nueva etapa sin dar su historia por escrita. A veces el medio —la carrera— ya cumplió su misión, y toca buscar otro camino que te lleve a la misma meta”.
Pero para tomar decisiones desde la calma, es necesario liberar la culpa o la presión social que muchas veces acompañan estos momentos.
“La clave está en entender que no hay una sola respuesta correcta. Tomarte el tiempo para explorar lo que realmente te interesa y confiar en tu intuición te ayuda a elegir desde el bienestar, no desde la obligación”.
Y si bien el proceso es personal, no tiene por qué ser solitario. El acompañamiento profesional puede darte claridad y reducir años de confusión. “Muchas veces nos toma años descubrir lo que podríamos haber identificado con guía. No tienes que hacerlo todo solo. La orientación vocacional es un gran acelerador”, agrega Ana Garza.
Aceptar que tu camino puede cambiar no es una debilidad, es una forma de ser congruente contigo. Rectificar también es crecer.
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