¿Cómo es estudiar y trabajar al mismo tiempo? Aquí te contamos algunas cosas que experimentarás, si decides emprender esta aventura. ¡No digas que no te prevenimos!
Estudiar y trabajar es cada vez la opción más elegida entre los jóvenes que desean poner en práctica sus conocimientos, crecer profesionalmente y mejorar su calidad de vida. Pero por qué cada vez lo eligen más, ¿qué beneficios brinda el estudiar y trabajar? Innumerables ventajas: por un lado, ayuda a que las personas que están estudiando adquieran experiencia profesional antes de terminar la carrera, lo cual resulta en una ventaja competitiva y, por supuesto, en una manera de financiar los estudios. Por otro lado, para quienes están trabajando, es una forma de seguirse preparando, de actualizarse, de crecer profesionalmente, de aspirar a un mejor puesto y un mejor sueldo.
Pero, ¿qué implica realizar estas dos actividades al mismo tiempo? ¿Es difícil estudiar y trabajar?, ¿significa sentenciarse a no tener vida social mientras duren los estudios?
Esto es lo que probablemente experimentarás si estudias y trabajas. Que nadie te tome desprevenido…
Tener la posibilidad de poner en práctica tus aprendizajes fuera del aula, en el mundo real, cambia por completo el panorama. ¡Es la mejor forma de validar y reforzar el conocimiento! Este aprendizaje es una herramienta muy valiosa para destacar. Te sentirás motivado al ver que lo que aprendes te servirá en tu trabajo.
Quien diga que es fácil cursar una licenciatura o un posgrado mientras se tiene un trabajo fijo está mintiendo con todos los dientes. Sacar adelante ambas cosas es bastante complejo y requiere mucha organización, voluntad y disciplina. Los desvelos y fines de semana de estudio serán inevitables, pero créenos: la recompensa valdrá mucho la pena.
Esos tiempos muertos dejarán de existir para ti. Aprovecharás horas de comida en el trabajo, noches cuando tu familia se vaya a dormir y otros momentos para avanzar en tus pendientes de la universidad. ¡Te volverás un experto en aprovechar el tiempo!
No hay nada bueno en esta vida que no venga sin un sacrificio, y ésta no es la excepción. Aprenderás que no se puede hacer todo en esta vida, y que estudiar y trabajar implicará dejar de hacer otras cosas, por lo menos, de manera temporal. Quizá decidas sacrificar alguno de tus hobbies, como esas clases de guitarra que tomabas por las tardes, o tal vez reduzcas el tiempo que pasas con tus amigos. Si entiendes esto desde el principio, te sentirás menos frustrado cuando tengas que quedarte en casa a estudiar.
Entenderás que tu tiempo es valioso, uno de los recursos más valiosos que tienes. Por eso, esas horas que otra persona desperdiciaría sin pensarlo demasiado, tú las ocuparás de forma proactiva en aprender algo nuevo.
¿Recuerdas cuando dabas por sentado lo que te enseñaban los profesores? ¿Cuando memorizabas las cosas sin tomar un segundo para siquiera entenderlas? ¿O cuando usabas acordeones para responder tus exámenes? Esos tiempos han quedado atrás. Si estudias y trabajas al mismo tiempo, entenderás que el conocimiento es clave para mejorar en tu día a día. Apreciarás las lecturas que te envíen los profesores, e incluso, buscarás otros medios para reforzar tus conocimientos.
Continuar tus estudios elevará tu confianza en ti mismo, y las personas que te rodean lo notarán. Te sentirás más preparado para enfrentar los retos que conlleva la vida profesional, tendrás más herramientas para proponer mejoras y encontrarás sustento para tus ideas. ¡Verás que el crecimiento vendrá por sí solo!
Más de una vez, cuando los periodos de entregas o de mucho trabajo te aquejen, te preguntarás “¿en qué momento decidí meterme a estudiar / trabajar?”. No te agobies, esto es completamente normal. Mantén tu objetivo en mente y visualízate al final del camino, con tus estudios concluidos, un diploma en la mano y el reconocimiento de tus amigos, familiares y compañeros. ¡La satisfacción de terminar un programa de estudios es incomparable!
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Aprenderás a cuestionarte todo el conocimiento recibido y a investigar en fuentes diversas antes de formarte una opinión. Cuestionarás incluso a tus profesores (sí, los que antes creías que tenían la última palabra). El pensamiento crítico se volverá parte de tu día a día.
Dejarás de dar por sentados los “pequeños” placeres de la vida. El tiempo que tengas disponible para hacer otras actividades, como leer, salir con tus amigos, estar con tu familia, o simplemente descansar, se volverá valiosísimo para ti.
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