Tras el sismo que cimbró a millones de mexicanos el pasado 19 de septiembre, nos quedan valiosos aprendizajes que no debemos olvidar.
Estas palabras te las escribo de corazón. A ti, miembro de la comunidad UNITEC, estudiante, amigo, profesor, administrativo, padre o madre de familia. Espero que te encuentres bien, espero que afortunadamente tu familia se encuentre con bien y que tengas más motivos para agradecerle a la vida el seguir aquí y poder leer estas letras.
Nadie de nosotros imaginó que este pasado 19 de septiembre nos podría dejar más aprendizajes que ningún otro día y que podría ser un parteaguas para cambiar nuestra vida. Es inverosimil creer que ya hemos superado las consecuencias del sismo y que ya estamos 'curados de espanto', ya que algunos aún nos cuesta trabajo asimilar lo que ocurrió y cómo nuestro panorama ha cambiado.
En lo personal, te puedo decir que me encuentro más enfocada, más conciente. ¿Tu cómo te encuentras? Aquí te comparto algunas lecciones que me dejó este sismo, que puede ser que las compartamos y que nos es posible llevarlas al salón de clase.
1. Tenemos más personas que nos apoyan de lo que creemos
¿Cuántas personas salieron como brigadistas a apoyar a los demás sin que nadie se lo pidiera? ¿Cuántas mamás cocinaron y prepararon comida para alimentar a extraños, sin retribución alguna? ¿Cuántos jóvenes estuvieron día y noche recolectando víveres en centro de acopio? A mi parecer, tenemos más héroes anónimos, más amigos y más manos con las que podemos contar de las que vemos a simple vista. No olvides eso cuando entres al salón de clase. Somos el mismo corazón, detrás de rostros diferentes.
2. Ser amables y empáticos con el otro salva vidas
Al estar en una zona de desastre, el silencio podía traer esperanza, al detectar a una persona con vida. Las cosas tan simples pueden ser tan significativas y en ocasiones no tenemos el tiempo para reparar en ello. Sin embargo, una palabra, un abrazo, hasta una sonrisa pueden hacer la diferencia en la vida de los demás. Al entrar al salón recuerda que puedes estar junto a alguien que te podría salvar la vida.
3. El compromiso con nuestra profesión se lleva todos los días
En toda esta discusión sobre por qué algunos edificios se reducieron a escombros en cuestión de segundos, el aprendizaje más claro que podemos tomar es que hoy más que nunca, lo que necesita nuestro país son profesionales comprometidos que laboren con principios y valores. Una decisión puede parecer sencilla, sin embargo cuando la comprometemos puede tener un alto costo, no solo poniendo en duda nuestro nombre y trayectoria profesional, sino que puede costar vidas humanas. Requerimos que las generaciones que se forman en el aula tengan esto muy claro, de manera que se formen excelentes ingenieros, formidables enfermeras, intachables abogados y que juntos trabajemos por respetar las leyes y el futuro que queremos ver y ser parte de.
4. Somos mejores organizándonos de lo que puede parecer.
Si hay algo que frecuentemente ocurre en la vida de estudiante es que trabajar en equipo es algo tremendamente difícil, por la poca organización que tenemos. Sin embargo, para armar una despensa, para dirigir el tráfico en zonas donde no hubo luz por bastante tiempo no requerimos de un profesor marcándonos el paso ni de alguien que nos tuviera que arrear para hacerlo. Si podemos organizarnos en tiempo de crisis, podemos ser capaces de organizarnos para trabajar y estudiar por nuestro futuro.
5. Somos el cambio que queremos ver en el mundo
Para formar un centro de acopio no necesitamos a nadie más que nuestra voluntad para ayudar. Para salir y formar una cadena humana que ayude a rescatar a un ser humano lo único que necesitamos fueron nuestras ganas de servir. En sí, para mucho del apoyo que se tuvo durante estos días no necesitamos a nadie más que a nuestra voluntad. Esto nos deja una gran lección. Juntos pudimos hacer la diferencia y si seguimos unidos, seremos el cambio que queremos y que nuestro país pide a gritos. No dejemos que nuestra voluntad se esfume con el transcurso de los días. Trasládala al salón de clase, llévala contigo, muy cerquita de tu corazón y más de tus manos. Que no se extinga nuestra sed de aportar.
De seguro existen más lecciones que podemos rescatar de estos acontecimientos. A ti, ¿qué lecciones te dejó el sismo? Si quieres compartir una de ellas, déjala en los comentarios y hagamos de esto algo más grande.
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