Conoce más sobre Ana Luisa Almazán, directora académica de la Escuela de Turismo y Gastronomía de la UNITEC, y sobre cómo combina en su día a día la pasión por la enseñanza y la cocina. 

Nació en la capital mexicana y creció en Toluca, en un rancho productor de trucha y en el seno de una familia apegada a la siembra y la cocina. Desde pequeña, Ana Luisa Almazán de la Rosa aprendió a cosechar y a cocinar, rodeada por su madre, sus tías y primas. ¿Cómo olvidar ese mole verde que preparaban para los momentos especiales, los galantines y las terrinas que ofrecían en las fiestas infantiles o ese pico de gallo estilo Metepec que servían como botana?

Para Ana Luisa cocinar siempre fue un ritual. “Recuerdo muy bien cuando preparábamos chiles en nogada: íbamos al mercado de Puebla a comprar los ingredientes, y al volver, primas y tías nos poníamos a pelar y picar. ¡Sacábamos hasta 90 chiles en un día! En Navidad también nos reuníamos a cocinar, hombres y mujeres por igual”, comparte.

Crecer en ese entorno pleno de sabores, aromas y texturas ha dado sus frutos: hoy, Ana Luisa es una chef reconocida, así como una destacada investigadora gastronómica y académica —es directora académica de la Escuela de Turismo y Gastronomía de la Universidad Tecnológica de México (UNITEC)—. Pero llegar hasta este punto llevó su tiempo y trabajo.

“Para ser chef no basta preparar platillos exquisitos; es preciso sentir una profunda pasión por las raíces de la gastronomía”.

No fue sino hasta los 30 años, después de estudiar diseño gráfico, cuando decidió que “lo suyo” no era crear trazos y formas, sino experimentar en la cocina. “Estudié una especialidad en diseño en Barcelona, y mientras estuve ahí, usaba todo el dinero que ahorraba para conocer un restaurante nuevo o comprar ingredientes para cocinar. La realidad es que mi vida giraba en torno a la gastronomía. La decisión lógica fue volver de su pasión su sustento de vida.

“¿Lo mejor de ser chef? Ver a la gente sonreír”

Más allá del glamour que suele rodear el mundo de la gastronomía, dedicarse a la cocina implica tener vocación de servicio y unas ganas insaciables de hacer sentir bien al otro. Para Ana Luisa, la mejor parte de ser chef es poder hacer sonreír a la gente. “Provocar alegría mediante la comida es algo indescriptible. Ver a la gente disfrutar, ya sea una quesadilla o un foie gras, para mí no tiene igual”, explica.

Ana Luisa Almazán, chef y directora de gastronomía en la UNITEC

Considera que uno de los principales retos a los que se enfrentan los egresados de gastronomía es no dejarse cegar por el ansia de prestigio. “Muchos estudiantes aspiran a estar detrás de los reflectores, pero olvidan que el reconocimiento no se da de la noche a la mañana, sino que se gana picando cebollas durante años. Cuesta mucho trabajo”, comenta.

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La realidad es que no basta saber preparar platillos exquisitos; es preciso investigar, leer y sentir una profunda pasión por las raíces de la gastronomía. Así lo comunicó a los alumnos de la Licenciatura en Gastronomía de la UNITEC Atizapán: “Cuidado con esas arrogancias. Aquí no somos chefs, somos cocineros. Para ser un chef, ya sea que trabajes en un restaurante, hagas crítica o investigación, te lo tienes que ganar. Y eso se logra con mucha experiencia y cultura gastronómica”.

Al frente de una nueva opción de formación culinaria en México

En septiembre de este año Ana Luisa inauguró la Licenciatura en Gastronomía en los campus Ecatepec y Atizapán, con una cantidad de alumnos inscritos que superó todas las expectativas. ¿A qué se debió tal éxito?

Ella lo atribuye a varios factores: primero, se estableció un convenio con empresas de la más alta exigencia en el mundo de la hospitalidad, el turismo y la gastronomía. Asimismo, se ofreció la posibilidad de cursar una especialidad en cocina peruana, así como de realizar un intercambio estudiantil con una destacada escuela gastronómica en Perú.

Pero, sin duda, el principal atractivo de esta carrera son sus modernas instalaciones, equipadas con la mejor tecnología del mundo. “Las cocinas están diseñadas con los más altos estándares de calidad y de higiene. Tenemos un horno de altísima tecnología, abatidor de temperaturas, un diseño de cocinas funcionales por su flujo… En la cocina de demostración tenemos la capacidad de ofrecer cursos de vinos, con lámparas especiales para ello”, abunda.

¿Qué hay en la agenda de Ana Luisa para el año que viene? Para esta apasionada de la cocina y el conocimiento, bajar la guardia no es una opción. En los próximos meses planea trabajar arduamente e “irse con pies de plomo” para seguir ofreciendo a los alumnos de gastronomía lo que se merecen: un acercamiento único, integral y avanzado al mundo gastronómico.

 

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