Estudié una Ingeniería Civil por razones pragmáticas, sin embargo el 19 de septiembre me dio razones de sobra para amar mi carrera y sentirme orgulloso de mi profesión. Te explico por qué.
Elegí estudiar la carrera de Ingeniería Civil porque sabía que era una profesión muy bien pagada. Sin embargo, al vivir el sismo del 19 de septiembre, me di cuenta de que es una profesión que también tiene una gran responsabilidad social.
Vivo muy cerca de los edificios colapsados de Tlalpan, en la zona sur de la Ciudad de México, una de las áreas más afectadas por el sismo. Tras el sismo, amigos y vecinos decidimos hacer un acopio vecinal de comida para llevarla a los albergues cercanos. Afortunadamente muchos voluntarios se acercaron y pudimos organizarnos para hacer sándwiches y entregarlos directamente a quienes se encontraban trabajando como voluntarios en los edificios de Tlalpan.
Entre la gente que estuvo en mi casa se corrió la voz sobre mi profesión y comenzaron a llegar personas pidiéndome ayuda para revisar sus casas, departamentos y establecimientos. Entre las personas que acudieron a mi, algunos me contaron que habían buscado ayuda en otros lados y que había constructores aprovechándose de la situación, cobrando de $500 a $5000 pesos por revisar que una casa habitación no tuviera daños estructurales. Las personas tenían miedo de regresar a sus hogares sin antes tener la certeza de que estaba en buenas condiciones. Había un sentimiento de zozobra en el aire.
Pasé la mayor parte de la semana siguiente atendiendo a aquellos que llegaban a solicitar de mi ayuda. Al arribar a las casas que iba a revisar, me recibían felices, les daba tranquilidad que un ingeniero verificara la estructura; me sentí honrado por su confianza y algo nervioso al sentir tanta responsabilidad en mis manos.
Recuerdo que en una clase, un profesor nos dijo: “Cuando un doctor se equivoca, se muere una persona; pero cuando un ingeniero civil se equivoca, pueden morir miles de personas”, sus palabras resonaron en mi mente más que nunca.
Al hacer la revisión todos se mostraban muy agradecidos. Me enseñaban los lugares en donde se veían daños para que determinara si eran fracturas, grietas o fisuras. En ocasiones me invitaban a comer o querían darme algo de dinero por mis servicios. Afortunadamente ninguna de las propiedades que verifiqué tuvo daños estructurales; les brindaba alivio al explicarles la causa de las grietas, la diferencia entre muros de carga y muros divisorios, entre tablaroca, tabique y block de concreto. Me conmovió indescriptiblemente la alegría que tenían al saber que estaban seguros en sus casas.
Se sorprenderían de las cosas que alguien que trabaja en la construcción sabe, y que a veces damos por hecho. Si bien, yo no tenía experiencia como perito de estructuras, acudí a las viviendas de la gente armado de seguridad, conocimiento y lo que aprendí en la materia de Ingeniería Sísmica al cursar la carrera en la UNITEC: el periodo de los sismos, cómo afectan a las diferentes estructuras, los puntos principales a revisar para determinar una estructura dañada, cómo identificar muros de carga y muros divisorios, etc.
En fin, tuve la mala suerte al igual que millones de mexicanos de vivir el sismo en una zona de grave afectación, sin embargo me considero afortunado al haber tenido de mi lado la preparación académica suficiente para dotar de seguridad y confianza a más personas para poder dormir en su hogar. Lo que hice no fue nada comparado con los verdaderos héroes. Me llenó de orgullo que en donde se necesitó ayuda, siempre sobraron manos, que la gente donaba lo poco que tenía a los albergues y centros de acopio. Me lleno de orgullo ser mexicano y sobre todo ser ingeniero civil.
¡Fuerza Mexico!
¿Te conmovió este relato? Suscríbete al blog y conoce más de las historias de nuestros estudiantes, quienes armados de conocimiento y valores trabajan por hacer de México un mejor país.