Estudiar una ingeniería en México supone un doble beneficio. El primero, para el estudiante por la alta tasa de empleabilidad, y el segundo, para el país por la mayor competitividad internacional.
México necesita ingenieros. Al estar inmerso en un entorno global, el país requiere gente que innove, que desarrolle, que cree tecnología, que sea capaz de generar un futuro autónomo y competitivo en la parte de producción y de mejores prácticas.
Afortunadamente, la inversión en ingeniería rinde frutos, pues hoy genera el 40% de las exportaciones. No obstante, su futuro depende, en buena medida, de que se sigan dando los pasos correctos hacia la manufactura avanzada, la cual involucra a las industrias de más alto valor agregado y posiciona a las empresas que la aplican dentro de las cadenas globales de valor internacional.
¿Lo mejor para México? Que tiene una población joven. Mientras que el promedio de edad en los Centros de Ingeniería de las grandes empresas en el país es de 27 años, en otras partes del mundo, como Estados Unidos, Europa y Japón, es de 55 años. Esto abre la puerta a grandes posibilidades en las próximas tres décadas.
Ingenieros, con sueldos privilegiados
El perfil del ingeniero lo hace altamente requerido en el mercado laboral, ubicándose en las listas de las carreras con mejores sueldos. Como ya se dijo, el foco estará en las industrias de alto valor agregado, pues al apostar México por los procesos de manufactura avanzada, es importante formar recursos humanos de alta calidad.
“México necesita ingenieros líderes, innovadores, con capacidad de coordinar acciones, bilingües, con visión global y con habilidades de comunicación”, asegura Mildred Ramo, editora general de las publicaciones Manufactura, Manufactura.mx, Energía360 y Logística360, editadas por Grupo Editorial Expansión.
¿México está listo para formar esa clase de ingenieros? Sí. Como explicó la experta durante una conferencia impartida a alumnos de la UNITEC, ello implica un cambio: “Antes, las universidades no consideraban a las ingenierías como estratégicas para el desarrollo de modelos empresariales; se limitaban a enfocar los conocimientos del ingeniero al laboratorio y a las líneas de producción. No obstante, en el momento en que se dan cuenta que sus conocimientos son valiosos para plantas y corporativos, deciden moverlos hacia puestos directivos”.
Ramo apunta que las soft skills juegan un papel clave en la formación profesional de los ingenieros, quienes cada vez son más solicitados en la alta dirección, y que es un reto pendiente para las escuelas públicas integrar materias de liderazgo y de cultura empresarial, dos áreas donde ciertas instituciones privadas llevan ventaja.
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